- Sep, 07/2023

La vida es eso que pasa mientras nuestro administrador de consorcio nos manotea a cuatro manos, valga la redundancia (aclaramos que siempre hay excepciones, no porque las haya sino porque no tenemos ganas de andar respondiendo cartas documento). Veremos cómo es que la responsabilidad de que eso pase es de uno.
Es sabido que el humano si no es controlado suele ser vencido por la no santa tentación, entonces, es nuestra responsabilidad controlar al administrador porque la plata es nuestra. Y es uno el que, en lugar de involucrarse, de buscar presupuestos similares para enterarse de si nos está cobrando bien o no, de pedir las facturas al administrador, de preguntar qué catzo es el formulario 0808 de la pindonga, elige irse a mirar en Netflix la serie con la que al final se queda dormido, pero es menos engorroso que el resúmen de expensas, claro. Y mientras tanto el afanancio se sale con la suya (y se la queda también).
Miramos Netflix en lugar de tratar de entender el indescifrable resumen de expensas que mes a mes nos llega con cuestiones tipo: $ 50000 del pendorcho reparado en la unidad pindonga; $ 40000 de la cuota 6587bis# del arreglo de la placa del otro pendorcho. ¿Pero ya no habíamos pagado el pendorcho de la placa de la pindonga bis?; $ 70000 del service de la bosta del piso de la unidad pedo con colocación del coso etc....
¿Y qué relación hay con esto que pasa en los consorcios y el país? Los que vivimos en edificios somos víctimas de nuestra propia vagancia y falta de interés al no controlar al administrador. Usted vive en un país en el que se da la misma situación que en el consorcio, pero en gigante. Paga impuestos que no controla a donde terminan. ¿Entiende? (No). El consorcio es un país en chiquitito, una minisociedad. Y voy al grano:
Recordemos lo antes dicho, si el humano no se sabe controlado suele caer presa de la tentación de quedarse con lo ajeno, en cambio, si se sabe o cree controlado se va a abstener o bien a cuidar más, quizá afane pero un poco menos. Por eso hay un sistema de leyes y normas que nos controla y encarrila bajo amenaza de sanción (cárcel, multas, etc), para que nos comportemos más o menos decentemente. Si este sistema falla la corrupción cotidiana gana la calle, se normaliza, y en casos extremos la cosa pude llegar a desmadrarse (justicia por mano propia, por ejemplo).
Tanto lo que pasa con el consorcio como lo que pasa con el país, con la clase política en funciones, con el dinero público y con la justicia, está directamente relacionado con nuestra falta de interés, de compromiso, de pedir que se nos rindan cuentas. (Hay mecanismos para eso). Tenemos que ser como tábanos, afirmaba Federico Delgado, fiscal federal recientemente fallecido, quien agregaba además que es una suerte de círculo vicioso: la indiferencia (nuestra de cada día) deja el campo político libre para que el poder se concentre en pocas manos (dirigentes/administradora del consorcio), con lo cual se terminan usando las instituciones que deberían guardar por nuestro bienestar para los fines particulares de esa gente a la que no controlamos porque tenemos que mirar el Netflix.
Cuando el poder se concentra en pocas manos la sensación de impotencia gana, decantando en desinterés, en “qué puedo hacer yo”. ¿Y cuáles son esos dispositivos con los que podemos empezar a intervenir para que no nos tomen más por salamines? Es una buena manera de empezar a tomar el toro por las astas: investigarlo. O volverse tábano del administrador. ¿Qué es esto? ¿Y esto otro? ¿Me manda las facturas? ¿Por qué hay un gasto de julio en el mes de agosto? ¿El aumento no era por el aguinaldo del encargado? Posiblemente huya, porque no puede robar más con un tábano, y venga otro, y huya, y venga otro, y sus vecinos lo odien a usted y no a los afanancios, por esto de la anestesia de cerebro. Y quizá tenga que estudiar administración y hacerlo usted. Nadie dijo que el cambio es gratis, sobre todo el cambio para mejor.
“La indiferencia es la acción que nos retira de la vida pública y funciona como la anestesia que adormece la posibilidad de sentir. Nos convierte en autómatas que repiten comportamientos y malas experiencias. Aunque a veces nos quejamos por lo que nos pasa e incluso salimos a las calles, nos mostramos incapaces de pasar del testimonio a la acción. Sentimos que el Estado cuyo fin, después de todo, es fijar un piso de igualdad relativa que nos permita desplegar nuestras capacidades, nos aplasta. Pero no reclamamos por lo que es nuestro, porque olvidamos que las instituciones son nuestra creación y que existen para hacernos la vida más sencilla. Sentimos la angustia derivada de ser responsables de nosotros mismos, el desamparo de una institucionalidad que no nos contiene, que reproduce corrupción, impunidad y violencia; la desesperación que nace de no tener una forma de prever el futuro. Esa indiferencia nuestra es un beneficio para la dirigencia política (y para la administradora) que habla mucho de nuestros líderes, pero que también habla de nosotros”. (La república de la impunidad. Federico Delgado. 2020. Edit. Ariel).
En definitiva, nuestra falta de interés por saber cómo son los mecanismos, de qué manera podemos pedir que se nos rindan cuentas sobre lo que hacen con nuestra plata, de qué manera y porqué designan o desplazan jueces los poderes de turno a su antojo, incluso nuestras pequeñas corrupciones cotidianas que normalizan que quebrantar la ley no es para tanto, todo eso va enquistando en el sistema, que somos todos. La dirigencia roba, usa las instituciones para su propio interés en lugar de invertir en salud, educación, lo que acarrea a la larga la degradación de la calidad de vida (las cosas que están pasando). Con lo cual, cuando alguien es víctima de un robo o de un asesinato tiene que darse cuenta de que eso se relaciona directamente con nuestra falta de interés en lo público, que es de todos. Si el sistema no funciona es porque pocos nos interesamos en controlar que así sea.
COMENTARIOS
Soy el único que se ocupa y cuando algún vecino tiene un problema viene a preguntarme a mi. A nadie le interesa
05/10/2023 15:00
Totalmente de acuerdo con estas palabras. De hecho en mi profesión de abogado, veo un total desconocimiento de los derechos y las obligaciones de los propietarios, administradores, inquilinos y funcionarios.
30/09/2023 19:06
Voy a empezar a controlar mis expensas. Tenes razón .....
08/09/2023 11:26
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